miércoles, marzo 15, 2006

la caverna...

PERPETUAMENTE

Se sentó en su habitual silla como todos los domingos después de la hora de almuerzo, sus ojos meditaban perdidos en el horizonte, encendió su cigarro y se dejo llevar por la marea alcalina hasta que dejo el tabaco en el cenicero y la colilla en el suelo, se durmió y se noto en su rostro un típico gesto de satisfacción por una vida llena de alegrías y triunfos. Ella como siempre recogía los pocos trastos de la comida y se disponía a acompañar a su esposo en el ritual de la siesta.
Me pregunto cuantos años llevo observando este acto de compenetración matrimonial. Nunca los he visto modificar su comportamiento y pareciera que no les importa, mas bien disfrutan de este momento al máximo.
La estampa la he observado cientos de domingos, y la mantengo en mi mente, en mi alma, en mi vida. Despierto de mi siesta y ella esta aquí, junto a mí, como los últimos cien domingos.